La sardina portuguesa, europea o sardina común (Sardina pilchardus) es la única especie de su género. Es un pez clupeiforme de la familia Clupeidae.
La sardina común o europea tiene un cuerpo alargado, no muy comprimido, con maxilares que no se extienden más allá de la parte media del ojo y dientes pequeños o nulos. La aleta dorsal se origina más cerca del rostro que de la base de la caudal. El ojo tiene un párpado adiposo bien desarrollado. Sus escamas son caedizas y cicloideas (sin espinillas visibles a la lupa).
Las sardinas tienen el dorso de color verde pardo y el vientre blanco plateado.
Las sardinas son pelágicas, viven sobre la plataforma.
Las sardinas realizan importantes desplazamientos: en primavera se acerca a la superficie de la zona costera para su reproducción y cuando llegan las aguas frías del invierno se alejan y hunden en el talud continental a unos 150 metros.
La sardina es rica en vitamina D y omega 3, en comparación con las carnes y embutidos, contiene un nivel inferior de colesterol del tipo HDL (llamado colesterol “bueno”).
La sardina contiene cierta cantidad de purinas; lo que las hace desaconsejables en la dieta de aquellas personas que tienen hiperuricemia (exceso de ácido úrico en la sangre).
Las sardinas están estrechamente emparentadas con las anchoas y arenques.
Las sardinas se alimentan de plancton. Para alimentarse, la sardina se coloca frente a la corriente o nada activamente, haciendo pasar el agua hasta sus branquias, donde filtra el plancton por medio de sus branquiespinas (prolongaciones internas de las branquias para retener los pequeños organismos de los que se alimenta).
Las sardinas pueden alcanzar unos 25 centímetros de largo.
Las sardinas pueden vivir hasta 8 años, las sardinas de aguas frías son las más grandes y longevas.
Las sardinas se reúnen en cardúmenes o bancos bastante numerosos, normalmente constituidos por varias clases de edad.
Es posible encontrar sardinas en conservas de aceite vegetal, salsa de tomate o en escabeche (medio ácido) que suelen estar descabezadas, sin tripas y cuyas espinas interiores son comestibles. Las piezas rondan los 10 a 30 gramos.
Una de las principales características de las sardinas al ser consumidas como alimento, es que pueden servirse con todo y espinas (delgadas y comestibles) en aperitivos, tapas, empanadas o bocadillos.
La sardina portuguesa es reconocida internacionalmente como sostenible
El arte de pesca utilizado para la sardina en Portugal asegura su sostenibilidad, asegura la organización internacional independiente Marine Stewdardship Council.
Humberto Jorge, de la Asociación Nacional de las Organizaciones de Productores de Pesca de Cerco, asegura que sabía que tenían buenas opciones de recibir el certificado, dado que utilizan el sistema de cerco, frente al sistema de arrastre de los pescadores de otros países, como por ejemplo España.
En la pesca mediante cerco, se utiliza una red cuyos extremos está en poder de dos barcos diferentes que van construyendo un cerco con la red. De esta forma, los animales tienen oportunidad de escapar, lo que se considera más sostenible. Este sistema también evita que aves o mamíferos queden atrapados accidentalmente.
¿Por qué son tan famosas las conservas portuguesas?
150 años de historia son muchos años, por eso y por su calidad, las conservas portuguesas están en el número 1 a nivel mundial entre las conservas de calidad con seguidores tan fieles que son capaces de esperar 50 años para abrir y degustar una lata.
Para 1918 llegaron a existir en Portugal 223 factorías que no son pocas, aunque por desgracia en la vida moderna, gracias a la comida rápida, la llegada de grandes multinacionales dedicadas al mundo hotelero, vieron disminuir su número de consumo.
Una industria enfocada desde su fundación a la exportación. Más de la tercera parte de los ingresos provenientes de la exportación procede de la venta de sardinas, la reina de las conservas portuguesas.
Por demás las conservas portuguesas se venden como un producto gourmet, contra la idea de que son un alimento de segunda clase al que acudir cuando no queda nada en la despensa. Y es que Portugal tiene lo más importante, la materia prima y todos sus años de experiencia.
El sector conservero portugués ha sabido identificar la necesidad de un cambio y no han dudado en modernizar sus factorías, buscar nuevos productos, transformar su imagen y apuntar hacia nuevos nichos de mercado, como el gourmet.
Aun manteniendo la producción de conservas tradicionales de atún o sardina aliñadas con limón, curry, tomate o clavo, verdaderos clásicos de este manjar, en los últimos tiempos se promocionan productos más sofisticados, como el atún con pepinillos o los huevos de sardina, conocidos como el “caviar portugués”, y además las anchoas, el bacalao, los calamares, el mejillón, entre otros.
Auténticos sabores portugueses, de mar Atlántico, de calidad suprema, concentrados y conservados en latas y envases de diseño de rótulos antiguos.
Y…por si no lo sabías expertos dicen que las sardinas en conserva alcanzan su punto óptimo de consumo años después del marcado como fecha de caducidad. Como con los vinos, existen conservas de añadas y fanáticos de las conservas dispuestos a pagar grandes sumas por su degustación. Eso sí, ponerse de acuerdo en cuál es el mejor momento para su consumo es de momento una cuestión de gustos y por supuesto de sorpresa porque el momento de apertura de la lata lo decide cada individuo.
Según pasa el tiempo su grasa y la del aceite de oliva en el que se conserva se integra ganando la pieza gran melosidad. Igual sucede a las aliñadas con limón, picante o tomate. En Francia, Reino Unido, Suecia o Italia existe verdadera devoción por este majar vintage.
En Vinya& Co. Puedes encontrar estas sardinas, así como demás conservas para disfrutar y deleitar a tu paladar con su exquisito sabor.
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